RECONOCIMIENTO DE LA PROPIEDAD DE DIOS
Nuestra cultura —los medios de comunicación, incluso la ley— dicen que eres propietario de lo que posees. El reconocimiento de la propiedad de Dios requiere una transformación del pensamiento, lo que nunca es una expectativa fácil. Es fácil asentir intelectualmente a la idea de que “Dios es propietario de todo lo que tengo”, pero seguir viviendo como si ello no fuese cierto en absoluto.
Estas son varias sugerencias prácticas que nos ayudan a reconocer la propiedad de Dios.
• Durante los próximos 30 días, medita en 1 Crónicas 29:11-12 al momento de despertar e inmediatamente antes de ir a dormir.
• Ten cuidado con el uso de los pronombres personales; considera sustituir “mi”, “mío”, y “nuestro” por “el” o “del Señor”. Por ejemplo, podrías decir el auto en lugar de mi auto. O podrías referirte al “dinero del Señor” en lugar de “nuestro dinero”.
• Durante los próximos 30 días, pídele al Señor que te haga consciente de su propiedad —en aspectos grandes y pequeños. Establece el hábito de reconocer la propiedad del Señor cada vez que compras un artículo.
Reconocer la propiedad del Señor es importante para aprender el contentamiento. Cuando uno cree que es dueño de una posesión en particular, las circunstancias que la afecten afectarán nuestra actitud. Si es favorable, estaremos felices, pero si es una circunstancia adversa, estaremos descontentos.
Poco después de que Jaime comprendiera la propiedad de Dios, se compró un auto. Solo había conducido el auto dos días cuando alguien se estrelló contra uno de sus costados. La primera reacción de Jaime fue: “Señor, no sé por qué quieres una abolladura en tu auto, ¡pero ahora tienes una grande!”. ¡Jaime estaba aprendiendo el contentamiento!