Capítulo 2 - Dios anhela que tengamos valores fundamentales


DIOS ANHELA QUE TENGAMOS
VALORES FUNDAMENTALES

Dr. Andrés Panasiuk

Cinco valores fundamentales en los que Dios espera que coincidamos:

  1. El valor de la comunicación transparente.

  2. El valor del orden. Desarrollo de un “Plan para Controlar Gastos”

  3. El valor del discernimiento: necesidades y deseos

  4. El valor de la perseverancia

  5. El valor del dominio propio


1. Sinceridad: El valor de la comunicación transparente.

El final del siglo XX y los comienzos del siglo XXI pueden pasar a la historia como la “era de las comunicaciones”. El advenimiento de la radio, la TV, los discos, las comunicaciones vía satélite, los CDs, los DVDs y el lanzamiento de la Internet nos han traído al mundo un paquete de herramientas de comunicación como nunca antes las habíamos tenido.

Sin embargo, según Nancy Terry, las parejas de hoy hablan de las cosas importantes de la vida solamente unos 27 minutos por semana,1 ¡menos de cuatro minutos por día! Es cierto que dicho estudio citado por Terry fue hecho en los Estados Unidos, pero me da la impresión de que las parejas latinoamericanas están pasando también por una crisis de comunicación. Por eso quiero destacar la importancia de una comunicación clara. Dios es un Dios comunicador por excelencia. Él determinó que toda la creación debería hablarse mutuamente. El Salmo 19, mi “salmo favorito de la comunicación” dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras”.2

Si toda la creación se comunica entre sí ¿por qué nosotros no nos podemos entender en casa?

Si quieres ser una mujer que prospera, necesitas encontrar la forma de comunicarte efectiva y transparentemente con tu esposo. Contarle tus triunfos y compartir tus inquietudes. Celebrar las victorias y llorar juntos las derrotas.

Hace muchos años, en algún lugar de los Estados Unidos, creo que en Chicago, escuché al Dr. James Dobson, fundador de Enfoque a la Familia, hablar sobre las dificultades que tienen las parejas para comunicarse efectivamente. Él decía que una de las raíces del problema es que las mujeres tienen un vocabulario mucho más avanzado que los varones. La damas, en general, tienen un léxico de unas ochenta mil palabras, mientras que sus esposos solamente cuentan con cuarenta mil.

Yo pensé inmediatamente: “El problema que yo tengo es que para cuando llego a mi casa, ya dije mis cuarenta mil palabras, y mi esposa, que se pasó todo el día con los niños, ¡todavía no empezó con sus ochenta mil!”

La verdad, es que finalmente la ciencia ha descubierto lo que todas las mujeres han sospechado a través de los siglos: ¡los hombres no estamos bien de la cabeza!

En su libro “Cómo criar a los varones”3 el Dr. Dobson explica que, entre la sexta y la séptima semana de vida, el cerebro de aquellos bebés que han de ser varones sufren un “baño” de la hormona llamada testosterona que, literalmente, daña ciertas zonas del cerebro. Una de estas zonas está asociada con el habla y la comunicación. Es por eso que los varones, en general, nunca alcanzan el nivel de sofisticación en el vocabulario como las niñas y, por ende, les cuesta expresar sus sentimientos.

Si estás casada, lee este poema junto con tu esposo:

Cuenta conmigo4 (fragmento)

Cuenta conmigo
por si tuvieras que encontrar algún motivo,
si necesitas algo más que conformarte,
si se te ocurre, por ejemplo, enamorarte.
Aquí me tienes
siempre dispuesto
a ver el mundo como tú ni lo imaginas,
y si me quieres ver feliz,
y no te animas
cierra los ojos al aroma de una rosa
mientras mi alma te cuenta cosas.
Cosas que nunca te dijeron hasta ahora...
Cuenta conmigo.

Letra de Chico Navarro
Música de Raúl Parentella 

2. Orden: Un virtuoso valor que no puede faltar

La gente muchas veces me pregunta: “Andrés ¿por qué debemos planear el manejo del dinero?” Para muchos quizás la respuesta a esta pregunta sería obvia, pero como me la encuentro con regularidad a través del continente voy a tomar algunos minutos para contestarla.

Nosotros planeamos nuestra vida financiera porque no hay otra forma para que las cosas nos salgan bien. No hay opción. Si tú quieres ser una mujer que prospera, debes tener un plan para controlar la forma en la que manejas el dinero. Tanto en tu negocio como en tu casa, debes dominar al dinero y no dejar que el dinero te domine a ti.

Si uno ha nacido y crecido, como yo, en un país con un alto índice de inflación, entonces, el planear la forma en la que uno gasta el dinero es una cuestión de vida o muerte. La diferencia entre comer o no comer a fin de mes tiene que ver con la forma en la que hemos realizado las compras durante las semanas previas. Uno se transforma ¡en un pequeño ministro de economía! En realidad, conozco algunas personas en mi país, la República Argentina, a las que les daría un “Doctorado en Economía honoris causa” por haber sobrevivido el desastre económico a comienzos de los años 1980 y 2001.

Nosotros debemos planear porque el ser humano ha sido creado con una tendencia natural hacia el orden. El universo tiene un orden, el sistema solar tiene un orden, existen leyes en la naturaleza que proveen orden al mundo que nos rodea, el cuerpo humano tiene un orden tan impresionante que todavía nos cuesta trabajo entender cómo tanta complejidad puede funcionar con tanta armonía. Dios es un Dios de orden.5

La sociedad tiende a establecer el orden. Por eso existen las leyes. Esto lo he visto y no es una opinión política. Es simplemente la observación de un proceso que nos ha tocado vivir en Latinoamérica: cada vez que perdimos el orden social (o el económico), estuvimos dispuestos a entregar parte de nuestra libertad democrática con el fin de reestablecerlo.

No hay ningún barco en el mundo que no zarpe de un puerto de salida sin tener asignado un puerto de llegada. No hay ningún avión comercial que no levante vuelo en un aeropuerto sin saber a qué aeropuerto habrá de arribar. No existe ningún libro que se comience a escribir sin una idea de lo que se quiere decir. No hay ninguna boda que haya de comenzar sin tener una pareja para casar.

Todo tiene un orden. El universo busca un equilibrio. Todos necesitamos cierta coherencia en nuestra vida. El ser humano tiene una tendencia interior, quizás colocada allí por su propio Creador, a buscar el orden en medio del desorden.

Es por eso que compraste este libro. Porque sabes que hay áreas de tu vida económica que pueden estar mejor ordenadas; y si lo están, pueden traerte beneficios a ti y a tu familia.

Decía el multimillonario rey Salomón: “Conoce bien la condición de tus rebaños, y presta atención a tu ganado; porque las riquezas no son eternas”.6 En esa época, por supuesto, no había estados contables, había rebaños. Tampoco había una “bolsa de valores” a donde invertir: uno invertía en su ganado (vacas y ovejas) que tenían crías. Por eso, podríamos traer ese consejo a nuestros días diciendo: “Conoce bien tu estado contable (cuánto tienes y cuánto debes), y presta atención a tus inversiones; porque las riquezas no duran para siempre”.

En el eje del proceso hacia la prosperidad se halla un plan para controlar la forma en la que llega y sale el dinero de tus manos. Para desarrollarlo observaremos cómo se nos va el dinero ahora y vamos a pensar qué tipo de ajustes podemos hacer para reacomodar nuestros gastos de una manera más efectiva.

Este plan es una herramienta sencilla que cualquier persona con educación básica de escuela primaria lo puede llevar a cabo. Sin embargo, al mismo tiempo, es una herramienta poderosa para llegar al final del mes y cumplir nuestras metas. Dicho plan no necesariamente tiene que ser un “presupuesto”, especialmente en países con altos niveles de inflación. Esto es parte del orden que debemos procurar. Encontrarás este plan en el Apéndice 2 de este libro. Si estás casada debes completarlo conjuntamente con tu esposo.

3. Discernimiento: Un valor para poder diferenciar las necesidades de los deseos

Antes de clarificar estos dos conceptos quisiera recalcar que no está mal tener deseos y satisfacerlos. No estamos promoviendo el masoquismo. Sin embargo, para llegar a la prosperidad que estás buscando, es importantísimo tener en claro cuáles son nuestras necesidades y cuáles son nuestros deseos. Debemos satisfacer nuestras necesidades primeramente y, luego, satisfacer nuestros deseos solamente en el caso de que tengamos los recursos económicos disponibles para hacerlo.

Las necesidades
En mis clases de psicología en la universidad estudié la famosa “escala de Maslow”. Esa escala dividía las necesidades del ser humano en cinco áreas generales que iban desde las más básicas (fisiológicas) hasta la necesidad de sentirse realizado (pasando por la necesidad de seguridad, pertenencia y estima propia).7

Sin embargo, para los propósitos de nuestro estudio voy a definir como “necesidad económica” todas aquellas cosas que realmente necesitamos para sobrevivir: comida, vestimenta, vivienda, etc. No solamente cosas materiales o corporales, sino todo aquello que estemos verdaderamente necesitando para nuestra supervivencia como seres humanos (por ejemplo: seguridad, salud, transporte, etc.). Por eso, debemos colocar nuestras necesidades en el nivel de prioridad más alto. Debemos buscar suplirlas a toda costa. Allí deben ir nuestros recursos financieros sin mayores dudas ni retrasos.

Los deseos
Cuando analizamos las compras que tenemos que hacer, todo aquello que no es una necesidad, es un deseo. Puede ser un deseo de calidad (lo abreviaremos DC). Este deseo satisface una necesidad con algo que tenga una calidad más alta. En cambio, un deseo propiamente dicho (al que llamaremos simplemente deseo y lo identificaremos con la letra D) es simplemente algo que quisiéramos tener o que nos gusta.

Un deseo de calidad podría ser, por ejemplo, un buen pedazo de bistec en lugar de una hamburguesa. El alimento es una necesidad básica del cuerpo. Pero, en este caso, uno está queriendo satisfacer esa necesidad con un producto más costoso y de más alta calidad: un bistec. Lo mismo podría ocurrir en todas las otras áreas de necesidades reales en nuestra vida: Podemos comprar un vestido en una tienda de vestidos usados o podemos comprar uno de alta confección. En ambos casos, la vestimenta es una necesidad, pero la forma en que queremos satisfacer esa necesidad puede transformar la compra en un deseo.

Un deseo “D” es todo aquello que no tiene nada que ver con una necesidad. Comprarnos un gabinete para el televisor, una mesa para el patio de la casa, una videograbadora, un velero o comprar otra propiedad para hacer negocio con ella pueden ser ejemplos de este tipo de deseos.

Nosotros debemos satisfacer nuestros deseos solamente después de satisfacer nuestras necesidades y si tenemos los recursos económicos para hacerlo.

Por lo tanto, antes de salir de compras es importante que tengamos en claro lo que es una necesidad y lo que es un deseo. En estos días la gente tiene la tendencia de decir: “Necesito una computadora” o “necesitamos una máquina de fotos”, cuando, en realidad, deberían estar diciendo: “¡cómo quisiera comprarme una computadora!” o “¡cómo nos gustaría tener una máquina de sacar fotos!”.

Lamentablemente, en los últimos treinta años hemos pasado a través de un proceso de condicionamiento donde consideramos nuestros deseos como si fueran necesidades. Al hacerlo, creamos una ansiedad interior que nos impulsa a satisfacer esa “necesidad”. Entonces invertimos nuestro dinero en cosas que realmente podrían esperar y nos olvidamos de proveer para aquellas que realmente necesitamos (ya sea en forma inmediata o a largo plazo).

Finalmente, debemos tomar nota de que no siempre lo que parece un “ahorro” realmente lo es. Por un lado, porque, como dicen muchas damas del continente latinoamericano: “lo barato sale caro”. En algunas circunstancias nos conviene comprar cosas de mejor calidad, pero que nos durarán de por vida, que cosas de baja calidad que tendremos que reemplazar cada cierta cantidad de años. Por otro lado, no siempre es una buena idea comprar en “oferta”. Si yo compro 10 jabones de lavar la ropa porque estaban casi a mitad de precio y después de dos días me quedo sin dinero para comprar leche, he hecho una mala inversión. Este es un típico caso en el que no me conviene “ahorrar gastando”.

Sin embargo, si el almacén de la esquina de mi casa está ofreciendo 2 litros de leche por el precio de uno, yo debería inmediatamente aprovechar la oferta (especialmente si tengo niños en casa). La leche es un elemento de consumo diario y es una necesidad básica para mi supervivencia. El jabón de lavar la ropa puede reemplazarse por alternativas más baratas.

Este último problema de comprar más de lo que uno necesita y tener dinero estancado en las alacenas de la casa es un problema al que millones de negociantes se enfrentan cada día en todo mundo. Lo creas o no, manejar la economía de un hogar tiene mucho que ver con la forma en la que se maneja la economía de un negocio, incluso la economía de un país.

4. Perseverancia: El valor de ser constante y paciente

“En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”.

Gálatas 5:22–23

El cuarto valor en el que nos tenemos que poner de acuerdo es en el valor de la paciencia perseverante. Quiero que analices algunos textos bíblicos que verás a continuación.

En la versión bíblica de Reina-Valera de 1960, el apóstol Santiago nos exhorta a desarrollar la “paciencia”: Dice en su Carta Universal: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.8 Sin embargo, dicen los expertos –y yo no soy uno de ellos– que la palabra griega que está detrás de la palabra “paciencia” es “upomone” , que significa “perseverancia” o “constancia”.

La Nueva Versión Internacional traduce ese pasaje de la siguiente manera: “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada”.9

Si tú no quieres que te falte nada, debes aprender a ser constante en la vida. Debes ser perseverante a través de las dificultades.

“La paciencia nos protege de los males de la vida como la vestimenta nos protege de las inclemencias del tiempo”, decía Leonardo Da Vinci; a lo que Cervantes podría agregar: “La diligencia es la madre de la buena suerte”.

Hago esta aclaración con respecto a la paciencia porque muchas veces encuentro que la gente tiene una idea fatalista de ella. Creemos que es sinónimo de rendirnos a nuestra mala suerte o a las circunstancias en las que vivimos. Pensamos en la idea de sentarnos, mirando el techo y esperando sin hacer nada a que ocurra un milagro, o a que las circunstancias cambien en nuestra vida. Esa no es la paciencia de la que estamos hablando. Estamos hablando de una paciencia en movimiento, la paciencia diligente, la perseverancia a través del tiempo.

El ejercer la paciencia en forma perseverante desde el punto de vista económico requiere salirnos de la actitud y la cultura imperante. Requiere que empecemos a ver la vida como una carrera de 5 kilómetros. Que aprendamos a ser constantes a través del tiempo y que no nos rindamos frente a las circunstancias. Que, después de una caída, sepamos sacudirnos el polvo de la ropa y continuemos caminando hacia adelante.

Lamentablemente, las continuas dificultades económicas de nuestros países han promovido desde nuestra niñez una actitud del “ya y ahora”. De querer correr la carrera económica como una carrera de 100 metros llanos.

Entonces, cuando tenemos la oportunidad de comprar algo o de realizar algún negocio, miramos por lo que es más conveniente a corto plazo y no qué es lo correcto. (Pensamos: “¿Quién sabe qué es lo que va a ocurrir mañana con la economía del país?”).

Sin embargo, en la nueva economía de mercado que nos está trayendo el proceso de globalización económica, esas presuposiciones quedarán arcaicas, fuera de contexto. Sólo aquellos que vean sus finanzas como una carrera de larga duración, serán los que, eventualmente, lograrán el mayor nivel de prosperidad. Confucio decía: “Nuestra mayor gloria no está en que nunca hemos fallado, sino en que cada vez que fallamos nos hemos levantado”.

5. Dominio propio: El valor del buen comportamiento

“En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”.

Gálatas 5:22–23

El quinto y último valor que enfatizaremos como vital para alcanzar la prosperidad integral es el valor del dominio propio. Uno podría definirlo como la habilidad para llevar a cabo algo que se nos ha pedido hacer para modificar un comportamiento, para posponer una acción y para comportarnos de una manera socialmente aceptable sin ser guiados o dirigidos por alguna otra persona.

El dominio propio es un elemento esencial y una marca clara del carácter maduro de un individuo. Sin él, es imposible hacer un plan financiero y llevarlo a cabo. Sin dominio propio es imposible poder poner en práctica los secretos y las ideas que le daré en unas cuántas páginas más.

La derrota en esta área de nuestra vida es la razón más común por la que las organizaciones de ayuda financiera en los Estados Unidos mantienen a decenas de miles de consejeros ocupados durante todo el año. Se calcula que los norteamericanos hoy en día gastan de promedio un dólar y diez centavos por cada dólar que ganan.

La falta de dominio propio en el país del norte está provocando una cantidad asombrosa de quiebras, tanto personales como empresariales, la cantidad más grande en la historia del país.

Para entender la seriedad del problema que tenemos frente a nosotros con respecto al dominio propio sólo bastaría observar el crecimiento de la industria que ayuda a la gente a perder peso o de la expansión de nuevos problemas de salud que son el resultado de un comportamiento riesgoso, como la drogadicción, las enfermedades venéreas y el SIDA.

Hay una canción del famoso cantante Ricky Martin que se llama: “¿Qué día es hoy?” y dice:

“¿Qué día es hoy? No me aguanto...
...Sin control en mis actos, mal humor, me levanto.
No hace sol, ni es verano, mi jardín se ha secado,
ni una flor me ha quedado y mi amor se ha marchado...”
10

No me sorprende que su amor se haya marchado. ¡Yo también lo haría! Es imposible vivir en paz y en comunión con una persona que no tiene control de sus actos, que reacciona de esa manera frente a la adversidad y que ha dejado secar su “jardín de relaciones interpersonales”. Antes de pedirle una segunda oportunidad a su pareja (como esta canción lo hace más adelante), yo le recomendaría que haga algunos cambios en su vida interior primero.

Dice un antiguo proverbio chino: “Aquel que conoce a otros es sabio, aquel que se conoce a sí mismo es un iluminado. Aquel que conquista a los demás tiene poder físico; aquel que se conquista a sí mismo es verdaderamente fuerte”.11

“A pesar de haber vencido a un millón de hombres en el campo de batalla”, dicen los escritos del budismo, “en verdad, el conquistador más honorable es aquel que se ha conquistado a sí mismo”.12

El dominio propio es otra piedra fundamental en la construcción del edificio de tu prosperidad integral. Es la manifestación de tu madurez espiritual y el fruto del Espíritu de Dios trabajando fuertemente en tu vida.

Aprender a valorar el dominio propio y lograr dominarte a ti misma en el área de las finanzas es la clave para lograr tu prosperidad integral. Porque tú harás lo que tu mente piensa y tu mente piensa lo que tú le dices que debe pensar.

Hay una serie de frases de nuestro consumismo popular que se han metido en nuestro vocabulario de todos los días y que nos arruinan las posibilidades de salir adelante económicamente. Permíteme escribir algunos ejemplos:

          1. “Date un gusto. ¡Te lo mereces!”
          2. “¿Qué le hace una mancha más al tigre?”
          3. “Compre y ahorre”.
          4. “Compre ahora, pague después”.
          5. “Esta es una oferta especial que no se repetirá jamás en su vida”.
          6. “La última cuenta la paga el diablo”.
          7. “Usted necesita... (y aquí viene siempre el artículo que le quieren vender)”.
          8. “Lo importante es disfrutar el hoy”.
          9. “¿Por qué esperar?”

    Si te crees las farsas de aquellos que se quieren enriquecer a cuesta de tu trabajo, terminarás en la mediocridad. Pero si vas a salir del nivel en el que te encuentras, solamente lo podrás hacer, como solía decir Einstein, llevando tu mente a un nuevo nivel de pensamiento.

    “Siembra un pensamiento y cosecharás una acción”, dice un famoso dicho popular basado en las palabras del novelista inglés Charles Reade, “siembra una acción y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás carácter; ¡siembra carácter y cosecharás un destino!”

    La capacidad para concretar tu destino económico está en tus manos: debes tener el ardiente deseo y el absoluto compromiso personal para llevar a cabo tu plan.

    A estas alturas, entonces, es tiempo de introducir un elemento clave en el control de tu destino económico: el poder de la voluntad.

    El poder de la voluntad

    Hace algunos años atrás Alicia, una amiga de mi familia, tuvo un ataque de embolia cerebral. Cuando el coágulo de sangre que circulaba por sus venas finalmente se detuvo en el cerebro le causó una embolia y la mitad de su cuerpo quedó paralizado. La falta de oxígeno había destruido células esenciales para el pasaje de información que permitían el movimiento de la parte derecha de su cuerpo y del habla. Dos años y medio más tarde, si uno veía a Alicia por primera vez, nunca se imaginaría que había estado paralizada y muda por casi un año y medio.

    ¿Qué ocurrió? ¿Cómo se sanó? Primeramente creo que fue un milagro y segundo fue el maravilloso poder de la voluntad de su cuerpo, ¡aún sin ella misma quererlo! Porque su cerebro comenzó a buscar formas de contrarrestar el problema de comunicación y muscular que tenía para llevar adelante las tareas necesarias. En vez de abandonarse a “su destino”, Alicia comenzó incansablemente a reentrenar su cerebro para recuperar las funciones perdidas.

    A pesar de que este no es el resultado que todos los pacientes experimentan con este tipo de enfermedad, la enseñanza que nos deja nuestro cuerpo es que hay una tendencia natural hacia la lucha y no hacia la resignación. Nuestro cuerpo luchará por mantenerse funcionando hasta el mismo momento en el que el caos total nos cause la muerte.

    Nosotros no estamos hechos para entregarnos al “destino”. Estamos hechos para conquistar la tierra y subyugarla. Estamos hechos para ganar. Uno de los regalos más preciosos que hemos recibido en la vida es el regalo de nuestra voluntad y de nuestro poder de decisión.

    El ejemplo de Viktor Frankl

    Hace algún tiempo atrás, mientras leía a Stephen R. Covey en “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” me encontré con la historia de este conocido psiquiatra judío. Me gustaría compartirla contigo.

    Frankl era un psiquiatra determinista porque creía que las cosas que a uno le ocurrían cuando niño determinaban cómo uno iba a ser en la edad adulta. Una vez que los parámetros de la personalidad estaban establecidos no había mucho que uno pudiera hacer más adelante para cambiarlos.

    Frankl cayó prisionero de los nazis y lo llevaron con su familia a un campo de concentración. Casi todos sus parientes perecieron en el campo y aun Viktor fue víctima de numerosas torturas y horribles presiones sin saber si viviría para ver una nueva mañana. Un día, solo y desnudo en un rincón del pequeñísimo cuarto donde lo tenían descubrió lo que él mismo llamó más adelante “la última de las libertades del hombre” (una libertad que nadie jamás le podría quitar).

    Viktor Frankl se dio cuenta de que los nazis tenían el poder para controlar todo su entorno, todo el ambiente donde él se movía, pero no tenían el poder para controlar cómo él mismo reaccionaría frente a la situación en la que se encontraba. Él todavía tenía la libertad de decidir de qué manera esa situación lo afectaría interiormente. Podía decidir si dejaría que sus circunstancias lo destrozaran emocionalmente o si, en medio de ellas, continuaría creciendo como persona, manteniendo la calidez de su vida interior en medio del crudo invierno del nazismo en su país. En medio de los horrores del campo de concentración nazi descubrió un principio fundamental de la naturaleza humana: Entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad de elegir y el poder para decidir.13

    Tú eres una mujer a la que Dios le ha dado la libertad de elegir hoy cómo vas a responder a las circunstancias en las que te encuentras. Puedes elegir desesperarte, amargarte, rendirte o puedes elegir que hoy será el último día en el que el dinero te domine a ti y te amargue la existencia.

    Tú eres una mujer que puedes elegir hoy mismo mantener tu calidez interior para contigo y para con los que te rodean, a pesar de estar pasando por un terrible invierno financiero.

    Tú puedes elegir hoy mismo, como lo hace tu cerebro, reconocer cuáles son las áreas de tu carácter que no funcionan y decidir buscar una nueva ruta para lograr tus metas. Tú puedes hacerlo. Fuiste creada para conquistar la tierra, no para ser arrasada por tus circunstancias.

    Caminemos juntos hacia la prosperidad.

    Si estás casada, lee esta poesía con tu esposo y luego reflexiona sobre lo que dice.

    Te quiero
    Porciones y adaptación del poema original14

    Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice, y todo.
    Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.
    Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos
    te quiero porque tus manos trabajan por la justicia.
    Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo somos mucho más que dos
    Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada
    te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro [...]
    ...Y porque amor no es aureola ni cándida moraleja
    y porque somos pareja que sabe que no está sola [...]
    Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.

    Mario Benedetti

    ¡Qué gran verdad! Hay un tremendo poder sinérgico de una pareja bien consolidada porque “en la calle codo a codo son mucho más que dos”. Este es uno de los más grandes secretos de la mujer que prospera: codo a codo, con su esposo, ¡son mucho más que dos!

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    Actividad Práctica

    A continuación te damos las respuestas y aclaraciones de la actividad práctica:

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    Respuestas de la Actividad Práctica

    Finanzas en el matrimonio
    C700H

    1. Terry, Nancy. Couples and Work: Staying Connected and Productive. Achieve Solutions, septiembre 2007.
    2. Rey David. Salmo 19, capítulo 1, verso 4. Siglo X a.C. Biblia RV60.
    3. Dobson, James. Bringing Up Boys. Tyndale House Publishers, Carol Stream, Illinois, págs. 19-25. La edición en español fue publicada por la Editorial Unilit.
    4. Chico Novarro. Canción ganadora del Festival OTI de la Canción en Venezuela. http://lacuerda.net/tabs/c/ chico_novarro/?cuenta_conmigo
    5. Ver la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 14, versos 33 y 40.
    6. Salomón. Libro de los Proverbios, capítulo 27, versos 23, 24. Biblia de Las Américas. 
    7. http://www.businessballs.com/m...
    8. Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Santiago capítulo 1 versos 2-3). Sociedades Bíblicas Unidas.
    9. Carta Universal del Apóstol Santiago, capítulo 1, versos 2 al 4. Nueva Versión Internacional.
    10. http://www.letrascanciones.org...
    11. Tao Te Ching 33 Libro de sabiduría, elemental en la filosofía del Taoísmo y la religión de la China. 
    12. Dhammapada 103 (Es el segundo libro de Khuddhaka Nikaya, perteneciente a la literatura budista.
    13. Stephen R. Covey, The 7 Habits of Highly Effective People [Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva], págs. 69 y 70.
    14. http://www.poemas-del-alma.com...


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